Wolfgang Amadeus Mozart
Joannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart
(Salzburgo, Austria, 27 de enero de 1756-Viena,Austria, 5 de diciembre de 1791)
Sonata para piano No 16 Do mayor K 545 Barenboim
piano y el violin, instrumentos que tocaba a los cuatro años y para los que componía con tan solo cinco.
Minueto para clave en Sol mayor Kv1 (invierno de 1763) esta obra la compuso Mozart cuando contaba con tan solo siete años de edad.
Es considerada la primer obra mozartiana.
Es considerada la primer obra mozartiana.
Catedral de San Ruperto, Salzburgo, en ella fue bautizado Mozart al día siguiente de su nacimiento
Mozart fue el último de los siete hijos que tuvo el matrimonio formado por Leopold Mozart y Anna Maria pertl, de los que solo
sobrevivieron él y su hermana Maria Anna Walburga Ignatia (1751-1829), a la que llamaban cariñosamente Nannerl. Leopold y
Anna Maria se casaron en 1747.
Retrato hacia 1780 de la familia Mozart, vemos a Nannerl, Wolfgang, Leopold y en la pared un retrato de Anna Maria, madre de Mozart,
que había muerto en 1778 |
Sinfonía nº40
Leopold era compositor de la capilla episcopal de Salzburg, a esta ciudad había emigrado desde la suya natal, Augsburg, y comenzó trabajando como camarero personal al servicio de un conde, en 1743 era cuarto violín de la corte episcopal, al servicio del príncipe arzobispo de Salzburgo, daba clases de música (publicó su método de violín que sería utilizado durante muchos años), se encargo de educar personalmente a sus hijos, comenzó a enseñar música a Nannerl, cuando esta tenía siete años de edad, y también a Wolfgang, que era cuatro años y medio menor que su hermana.
Nannerl fue una excelente alumna, pero su hermano Wolfgang Amadeus fue un verdadero portento, a los cuatro años el niño prodigio tocaba el clavicordio, a los cinco ya hemos visto que componía y a los seis tocaba con destreza el clavecín y el violín, leía partituras a primera vista e improvisaba maravillosamente.
Cuando Mozart niño tenía seis años, Leopold decidió exhibir a los dos hermanos por las cortes de toda Europa.
Piano Concierto No. 21 en Do mayor, K. 467 Andrew Tyson, piano - Michael Hofstetter, conductor
La Real Orquesta de Cámara de Valonia
Leopold quiso, además de ganar dinero, mostrar al mundo el enfant prodige, por lo que
sometió a sus hijos, Wolfgang y Nannerl, a fatigosas giras.
El primer viaje, en barco a través del Danubio, se inició el 18 de septiembre de 1762, después de dar conciertos en Passau, Linz y Mauthausen, el 6 de octubre llegaron a Viena donde causaron admiración entre la aristocracia.
El 13 de octubre fueron invitados por María Teresa en persona, las habilidades de Wolfgang absombraron a la corte. Es conocida la anecdota de tocar Mozart hijo, primero con un solo dedo y después con un paño cubriendo el teclado, ante la insinuación del emperador Francisco I de facilidad al tocar con todos los dedos y con el teclado descubierto.
Retrato de María Teresa I (Archiduquesa y soberana de Austria Hungría y Bohemia) por Martin van Meytens (1759).
Los niños eran reclamados por la aristocracia, para dar conciertos, desde cualquier lugar y a cualquier hora, durante esta frenética actividad Wolfgang enfermo de escarlatina, lo que asustó mucho a Leopold quien ofreció varias misas de acción de gracias cuando su hijo hubo sanado.
El 31 de diciembre de 1762 los Mozart regresaron a su casa.
Sonata para violín y piano nº2 KV7 en Re mayor
Números KV 66 - Misa en Do mayor "Dominicus Messe" - seis movimientos, Kyrie - Gloria - Credo - Sanctus - Benedictus - Agnus Dei - Intérpretes: Charlotte Margiono, soprano; Elisabeth von Magnus, alto; Uwe Heilmann, tenor; Gilles Cachemaille, bajo; Arnold Schoenberg Chor; Concentus Musicus, dirigido por Nikolaus Harnoncourt.
El viaje a Viena había incluido una breve parada en Presburg, muy cerca de Esterháza, donde estaba Haydn (1732-1809), este escribió de Mozart
«la posteridad no verá tal talento otra vez en cien años»
Medio año después de su primer viaje con sus dos prodigiosos hijos, Leopold obtenía permiso del arzobispo Schrattenbach para realizar una gira por Europa, esto era posible porque los puestos musicales de la corte episcopal de Salzburg estaban ocupados, Michael Haydn era director de orquesta y Giuseppe Francesco Lolli kapellmeister (maestro de capilla), cargos a los que Leopold, que era vice kapellmeister, aspiraba, pero que al no obtener, le dejaban con bastante libertad de movimiento.
Itinerario seguido por Leopold Mozart con sus dos hijos durante la primera gran gira |
La gira duró tres años, de junio de 1763 a finales de mayo de 1766.
Los Mozart fueron recibidos por príncipes y demás personajes ilustres en las cortes, conocieron músicos de la época, como a los violinistas Pietro Nardini y Luigi Tomasini o al compositor Niccoló Jommelli (1714-1774), en Augsburg, ciudad de nacimiento de Leopold, compraron un instrumento al fabricante de pianos Johann Andreas Stein, escucharon la célebre orquesta de Mannheim, el 18 noviembre de 1763 llegaron a París.
Alla turca K 331 arreglo para orquesta
El 1 de diciembre de 1763 Friedrich Melchior Grimm publica en su periódico Correspondance littéraire, philosophique et crítique:
«Los verdaderos prodigios son muy raros, por lo que no hay que olvidar señalarlos cuando se tiene ocasión de conocer uno. Acaba de llegar un músico de Salzburg, de nombre Mozart, acompañado de dos hijos suyos muy graciosos. La hija, que tiene once años, toca de manera brillantísima el clavicémbalo e interpreta piezas muy difíciles con sorprendente precisión. Su hermano, que cumplirá siete años el próximo enero (en realidad, Wolfgang tenía un año más), es un fenómeno tan extraordinario que cuesta creer lo que se ve con los propios ojos y lo que se escucha con los propios oídos. Para este niño, cuya mano no alcanza a cubrir un intervalo de sexta, es extremadamente fácil ejecutar con precisión extraordinaria las piezas más difíciles. Resulta increíble verlo improvisar por espacio de una hora seguida, abandonándose a la inspiración de su genio y a todo un tropel de ideas fascinantes que, por otra parte, enlaza con gusto y sin ninguna confusión. El más experimentado maestro de capilla no seria más profundo que él en la ciencia de la armonía y de las modulaciones, que sabe llevar por caminos poco explorados y siempre acertados [...]. Leer a primera vista cualquier cosa que se le ponga ante los ojos es, para él, cosa de nada: escribe y compone con una maravillosa facilidad, sin necesidad de aproximarse al clavicémbalo ni de buscar los acordes. Yo le he escrito un minueto de propia mano y le he rogado que lo armonizara, el niño a cogido la pluma y, sin acercarse siquiera al clavicémbalo, ha escrito la armonización. Ya resulta difícil entender que no le cueste nada tocar un aria cambiando de tonalidad todo el tiempo que se quiera, pero lo que vi el otro día no es menos increible: una señora le
pidió que le acompañara de oído en una cavatina italiana que ella sabía de memoria. La señora se puso a cantar y el niño intentó la armonización, que no le salió del todo bien, puesto que es imposible preparar anticipadamente el acompañamiento de una melodía que no se conoce, pero, una vez terminada el aria, rogó a la señora que volviera a cantarla; en esta repetición no solo interpreto la melodía con la mano derecha, sino que la armonizó con la izquierda sin titubeos de ninguna clase. Después pidió nuevas repeticiones, hasta diez veces, y en cada una de ellas cambió el tipo de acompañamiento, y así habría continuado veinte veces más si no le hubiesen dicho que lo dejase. No me gustaría que este niño me hiciese perder la razón si lo escucho a menudo, puesto que he llegado a la convicción de que es difícil no enloquecer asistiendo a tales prodigios. No me sorprende que San Pablo perdiera la cabeza después de su extraña visión. Los niños Mozart han despertado la admiración de todos cuantos los han visto. El emperador y la emperatriz los han colmado de amabilidades e igual acogida han tenido en la corte de Munich y en la de Mannheim. Lástima que en este país se entienda poco de música. El padre se propone viajar a Inglaterra y regresar a casa con sus hijos pasando por la parte sur de Alemania».
A pesar de estos elogios, y aunque Leopold declarase que la estancia en París había resultado fructífera desde el punto de vista económico, el acercamiento al ambiente musical parisino no resulto nada fácil. Los músicos estaban más preocupados de conseguir la supremacía de su arte frente a modas extranjeras, sobre todo la italiana.
El 10 de abril los Mozart dejaron París y se dirigieron a Inglaterra. Wolfgang había publicado cuatro sonatas para violín y piano, dos dedicadas a la princesa Victoria y dos a la condesa de Tessé.
Sonata para violín y piano nº1 KV6 en Do mayor
Sonata para violín y piano nº4 KV9 en Sol mayor
Los Mozart permanecieron en Londres desde abril de 1764 a julio de 1765. En la capital de Inglaterra , Johann Christian Bach reconoció de inmediato el genio musical de Wolfgang. A finales de junio de 1764 Leopold cayó gravemente enfermo y la familia se traslado a Chelsea para que se recuperara, parece ser que allí Wolfgang compuso su primer trabajo orquestal, una sinfonía, en otoño volvieron a Londres donde compuso algunas sonatas para violín y piano. Sin embargo, las exhibiciones fueron muy limitadas, lo que hizo que a finales de julio de 1765, Leopold decidiera partir.
La estancia en Londres, aunque infructuosa en el plano de las ganancias y exhibiciones, fue muy importante para las experiencias musicales de Wolfgang. De Johann Christian Bach obtuvo excelentes consejos y preciosas enseñanzas, además de las obras de este y otros compositores, presentadas en el teatro de Haymarket, entre ellas varias óperas, también escuchó una serie de oratorios y cantatas de Händel en el Covent Garden.
Después de una estancia muy breve en Canterbury, el 1 de agosto Leopold Mozart, acompañado de su esposa y de sus hijos, enbarcó en Dover con destino a Calais. Los Mozart se dirigieron a continuación a Holanda pero, al llegar a Lille, tuvieron que detenerse por causa de una indisposición de Wolfgang y de Leopold. La etapa siguiente fue Gante, Donde Wolfgang se exhibió principalmente como organista. Después de Moerdijk y Rotterdam, el viaje tuvo una nueva etapa en La Haya, Nannerl se puso tan gravemente enferma que sus padres llegaron a temer por su vida. A principios de noviembre de 1765 le tocó el turno a Wolfgang, que permaneció ocho días en una especie de estado de coma. Al restablecerse, Leopold encargó un gran número de misas de agradecimiento, que debían ser celebradas en Salzburg. En enero los Mozart llegaron a Amsterdam, donde celebraron conciertos, y después regresaron a La Haya. Después de otra estancia en Amsterdam se dirigieron a París, pasando por Utrech, Rotterdam, Amberes, Bruselas, Valenciennes y Cambray. El 10 de mayo de 1766 llegaron a la capital de Francia, en la que permanecieron hasta el 9 de julio del mismo año. No tuvieron ocasión de actuar demasiado, pero en cambio volvieron a ser recibidos en la corte y, ya en el momento de partir, recibieron cartas de presentación para Voltaire (tenían que pasar por Suiza y Voltaire vivía en Ferney, a poca distancia de Ginebra) y fueron objeto de un nuevo artículo de Grimm en la prestigiosa Correspondance. Grimm, que seguía rebajando la edad de los niños Mozart, dedicaba a Wolfgang frases como: «...Le hemos visto durante hora y media soportar asaltos de músicos que sudaban lo suyo y a los cuales les costaba mucho trabajo salir airosos después de una confrontación con un niño que salía de ella sin dar muestras de cansancio...».
En cuanto a Voltaire, se excusó de no recibir a Wolfgang alegando enfermedad.
Los niños Mozart dieron un concierto en Lausanne dedicado al principe de Württemberg y en un periódico que llevaba el curioso título de Aristide ou le citoyen, salió un artículo del célebre médico Simón-André Tissot (1728-1797) con grandes elogios al joven Mozart.
Poco después de la llegada de los Mozart a Viena estalló una epidemia de viruela que afectó también a la familia real. A pesar del peligro, Leopold no abandonó de inmediato la capital, sobre todo en vista de la inminente boda de la archiduquesa María Carolina con Fernando de Borbón, rey de Nápoles. Cuando la familia Mozart se trasladó a Olmütz (República Checa), ya era demasiado tarde: Wolfgang y Nannerl se habían contagiado. La enfermedad de Wolfgang fue bastante grave, pero este recibió los tiernos cuidados de la familia del conde Podstatzky, que hospedó a los Mozart durante su estancia en Olmütz.
A finales de diciembre, los Mozart emprendieron el regreso a Viena, y se detuvieron para pasar las fiestas de Navidad en Brünn, donde fueron huéspedes del conde Franz Anton von Schrattenbach, hermano del príncipe arzobispo de Salzburg. El 19 de enero de 1768 fueron recibidos en la corte por la emperatriz y su hijo José II. En carta fechada el 3 de febrero Leopold escribía «...María Teresa se prodigó en obsequios, pero ¿Cual es el resultado? Nada, salvo una hermosa medalla, pero de tan escaso valor que jamás podré convertirla en moneda. Ademas la emperatriz habló con el Emperador, quien se apresuró a anotarlo todo en el gran libro de los olvidos; cree haberse liberado de su deuda concediéndonos el honor de su conversación...».
En diciembre de 1767 se representó por primera vez la ópera Alceste de Gluck (1714-1787). Este le pareció a Leopold uno de los tantos que en Viena urdían una intriga contra Wolfgang. Según su padre, el pequeño Mozart ya no era considerado por sus colegas como un niño prodigio, sino como un peligroso rival. En opinión de Leopold, a la cabeza de la intriga se hallaba el empresario que tenia la exclusiva de las representaciones teatrales en Viena: Giuseppe Afflisio. En 1768, Afflisio formalizó un contrato, a petición directa de José II, con Wolfgang para que compusiera la ópera La finta semplice. Sin embargo, en septiembre la ópera aún no se había representado, a pesar de ser elogiada por personalidades del mundo teatral, subieron a escena muchas otras óperas de autores italianos. Según Leopold, ahora estaba en juego el honor de su hijo y, por tanto, de toda la familia. Y un mensaje procedente de Salzburg había venido a agravar su angustia: el principe arzobispo había decidido suspenderle el sueldo en los periodos que durara la tournée, aunque seguía manteniendolo en su función de vice Kapellmeister.
El falso y simple KV 51
La finta semplice se ha traducido al español de diversas maneras, La ingenua fingida, La falsa ingenua o La crédula fingida.
En ayuda de Leopold acudieron el doctor Anton Mesmer (famoso precursor del magnetismo) y el emperador, que encargaron a Wolfgang dos trabajos. Mesmer le encargó a Wolfgang que escribiera una ópera, Bastien und Bastienne (Bastián y Bastiana), la ópera se representó en casa de Mesmer el 1º de octubre de 1768.
Teatro de la Ópera NIU - Bastien y Bastienne - 27/03/15
Por lo que al emperador se refiere, le encargo una misa para la inauguración de un asilo de huerfanos subvencionado por la corte. La ejecución de la Misa Solemne K139 tuvo lugar el 7 de diciembre de 1768 ante la corte, y los periódicos concedieron gran importancia al acontecimiento. Tras este éxito, Leopold juzgó oportuno regresar a Salzburg, adonde los Mozart llegaron el 5 de enero de 1769. Para Wolfgang el balance del viaje fue muy positivo. En efecto, pudo escuchar las óperas de Gluck, Hasse, Piccinni y otros compositores italianos, en cuanto a música sinfónica y de cámara en Viena habían alcanzado gran difusión las ejecuciones y las partituras de Joseph hydn, Ditters von Dittersdorf y, sobre todo, del maestro de capilla de la corte, Florian Gassmann (1729-1774), junto a la música de otros muchos autores, entre los cuales se hallaba Luigi Boccherini.
KV 139 - Missa solemnis en Do menor "Waisenhausmesse"
Mozart tenía doce años cuando compuso las óperas La finta semplice, Bastien und Bastienne y la Misa Solemne también conocida como Waisenhausmesse o misa del orfanato
Los Mozart permanecieron en Salzburg alrededor de un año. Schrattenbach hizo que el 1º de mayo de 1769 se representara La finta semplice. La protagonista femenina fue Magdalena Lipp, esposa de Michael Haydn. Además Wolfgang compuso la Misa Pater Dominicus K. 66.
Finalmente, a principios de diciembre de 1769, Leopold y su hijo partieron a Italia. La madre y la hermana de Wolfgang se quedaron en Salzburg.
Números KV 66 - Misa en Do mayor "Dominicus Messe" - seis movimientos, Kyrie - Gloria - Credo - Sanctus - Benedictus - Agnus Dei - Intérpretes: Charlotte Margiono, soprano; Elisabeth von Magnus, alto; Uwe Heilmann, tenor; Gilles Cachemaille, bajo; Arnold Schoenberg Chor; Concentus Musicus, dirigido por Nikolaus Harnoncourt.
La Misa Pater Dominicus K. 66 la compuso Mozart en Salzburgo, en septiembre de 1769, con motivo de la ordenación sacerdotal del joven hijo de unos amigos, Primero se representó en la iglesia de San Pedro en Salzburgo el 1 de octubre de 1769 para la primera celebración de la misa de Cajetan Hagenauer, quien tomó el nombre de Dominicus en su ordenación. Oboes, cuernos y trompetas se agregaron en 1776.
La familia Mozart mantenía su contacto gracias a la correspondencia. Las cartas de Wolfgang eran siempre animadas e ingeniosas. Desde Milán escribía:
«Cuando se habla del marrano, al final llega: estoy bien, ¡bendito y alabado sea Dios!, y espero con impaciencia el momento de recibir vuestra respuesta. Beso la mano a mamá y envío a mi hermana un pellizco tan grande como una picadura de viruela (...)».
Y desde Roma:
Y desde Roma:
«Gracias a Dios, gozo de buena salud, ¡yo y mi pobre pluma! Beso mil veces a mamá y a Nannerl. N.B.: tan sólo desearía que mi hermana estuviese en Roma, pues sin duda la ciudad le gustaría a causa de la armoniosa belleza de San Pedro y de muchas otras cosas que hay en ella. Por la calle puede verse a las muchachas más hermosas del mundo. Papá acaba de hacérmelo notar (...). Apenas he podido dibujar a San Pedro con las llaves, a San Pablo con la espada, a San Lucas con mi hermana y cosas por el estilo (...). Beso la mano a mamá, y también la nariz, el cuello, la boca y la cara de mi hermana y, mira que pluma traviesa, también su trasero, si está limpio».
Hasta el mes de agosto de 1771 Wolfgang permaneció en Salzburgo. Compuso tres sinfonías y tres sonatas da chiesa (de iglesia). Estudió composiciones de su época, en particular las de Joseph Haydn.
El 13 de agosto Wolfgang y Leopold partieron nuevamente hacia Milán, adonde llegaron, en este su segundo viaje, el día 21.
El 28 de septiembre la serenata teatral, encargada por María Teresa para la boda de su hijo, estaba lista para los ensayos. Se trataba de Ascanio in Alba, basada en un texto del abad Giuseppe Parini (1729-1799). La representación, con la actuación del célebre castrato Manzuoli y de otros prestigiosos cantantes, obtuvo un éxito tan estrepitoso que empaño la acogida de la ópera de Hasse, Ruggiero, compuesta para aquella misma ocasión. Este hecho hizo que María Teresa, bastante vinculada al viejo Hasse, su maestro, influyese a su hijo para que no contratara a Wolfgang.
Al fracasar en su intento de que contrataran a su hijo, a finales de noviembre Leopold decidió regresar a Salzburgo. Los Mozart llegaron a su destino el 16 de diciembre de 1771, el mismo día en que moría el soberano de la ciudad, el príncipe arzobispo Sigismund von Schrattenbach.
La finta giardiniera (La jardinera fingida)
En la capital austriaca los Mozart también obtuvieron escasos resultados, estuvieron allí de julio a septiembre. María Teresa les recibió en el mes de agosto, y Leopold tuvo ocasión de escribir: «Su Majestad la Emperatriz ha sido muy amable con nosotros, y esto es todo». Wolfgang y Leopold comprendieron que más allá de los cumplidos no se podía obtener nada.
En el breve periodo pasado en Viena, Wolfgang compuso una serie de seis cuartetos para cuerda. Antes de partir para Viena había compuesto en Salzburg una serenata que le había sido encargada por la familia Andretter en ocasión de una fiesta de bodas, y la Misa de la Santísima Trinidad K. 167, interpretada en la catedral de la ciudad. Después del regreso a Salzburg, en el otoño escribió tres sinfonias (K. 200, 183, 201), el primer quinteto para cuerdas (K. 174) y el primer concierto para piano y orquesta (K. 175), además de las músicas de escena para Thamos, Re di Eggitto, que representan, en la biografía y en el arte de Mozart, un preciso punto de referencia. Estas músicas de escena estaban destinadas a ser insertadas en el homónimo drama heroico escrito por el barón Tobias Philipp von Gebler. La partitúra le fue encargada a Mozart probablemente por el mismo autor, que llegaría a ser responsable de una gran logia masónica vienesa, la Gran Alianza. Su drama constituía un homenaje a la masonería y a sus presuntos orígenes en la casa sacerdotal del antiguo Egipto. Para las músicas de escena, luego de haber sido rechazado por Gluck, Gebler se dirigió a Wolfgang, que realizó puntualmente el trabajo componiendo dos coros y cinco intermedios. A aquella época se puede remontar el acercamiento de Mozart a la masonería, acercamiento que culminaría en la afiliación concreta y en la composición de La flauta encantada.
El regreso a Salzburg no fue auspicioso, ni lo fueron los meses sucesivos. En la ciudadela dominada por el rígido Colloredo nunca ocurría nada. La primera novedad vino en el otoño, cuando llego del príncipe elector Maximiliano III el encargo de una ópera cómica, La finta giardiniera, para representar en el carnaval de 1775. A finales de 1774 Wolfgang y Leopold se trasladaron a Munich. El libreto de la ópera era de Rainieri de Calzabigi.
A comienzos del carnaval, Nannerl se reunió con su padre y su hermano en Munich, donde el 13 de enero de 1775 la ópera subió a escena. El éxito fue notable.
El príncipe elector quiso comprobar la capacidad de Wolfgang también en la música sacra y le hizo componer un motete, Misericordias Domini K. 222, que fue ejecutado en el ofertorio de una misa hacia finales de febrero en presencia del mismo Maximiliano.
Concluidos los compromisos en Munich, Wolfgang volvió el 7 de marzo de 1775 a Salzburg, donde permaneció hasta septiembre de 1777.
Hasta el mes de agosto de 1771 Wolfgang permaneció en Salzburgo. Compuso tres sinfonías y tres sonatas da chiesa (de iglesia). Estudió composiciones de su época, en particular las de Joseph Haydn.
El 13 de agosto Wolfgang y Leopold partieron nuevamente hacia Milán, adonde llegaron, en este su segundo viaje, el día 21.
El 28 de septiembre la serenata teatral, encargada por María Teresa para la boda de su hijo, estaba lista para los ensayos. Se trataba de Ascanio in Alba, basada en un texto del abad Giuseppe Parini (1729-1799). La representación, con la actuación del célebre castrato Manzuoli y de otros prestigiosos cantantes, obtuvo un éxito tan estrepitoso que empaño la acogida de la ópera de Hasse, Ruggiero, compuesta para aquella misma ocasión. Este hecho hizo que María Teresa, bastante vinculada al viejo Hasse, su maestro, influyese a su hijo para que no contratara a Wolfgang.
Al fracasar en su intento de que contrataran a su hijo, a finales de noviembre Leopold decidió regresar a Salzburgo. Los Mozart llegaron a su destino el 16 de diciembre de 1771, el mismo día en que moría el soberano de la ciudad, el príncipe arzobispo Sigismund von Schrattenbach.
Ascanio in Alba KV 111 Teatral Fiesta en dos partes de Giuseppe Parini Venus: Lilian Sukis Ascanio: Agnes Baltsa SILVIA: Edith Mathis aceste: Peter Schreier Fauno: Arleen Auger SALZBURGO Kammerchor - Rupert Huber MOZARTEUM-Orchester Salzburg - Leopold Hager
El argumento de Ascanio in Alba llevaba a escena los amores entre Ascanio, nieto de Venus, y Silvia, nieta de Hércules. Los protagonistas hacían alusión, naturalmente, al archiduque, a la emperatriz y a María Beatriz de Este. Expresamente escrita según los cánones de la época, la serenata se representó muchas veces con gran éxito.
El sueño de Scipione KV 126
Il sogno di Scipione (El sueño de Escipión). Originalmente compuesto en Milán entre abril y agosto de 1771 para las celebraciones del 50 aniversario del Príncipe-Arzobispo Sigismund von Schrattenbach, programado para el 10 de enero de 1772. Sin embargo, Schrattenbach murió el 15 de diciembre de 1771. Mozart cambió entonces la dedicatoria para el nuevo arzobispo Hieronymus von Colloredo quien tomó posesión de su cargo el 29 de abril de 1772.
El 24 de octubre de 1772 Leopold y su hijo volvieron a tomar el camino de Milán. el 28 de octubre hicieron etapa en Bolzano, donde Wolfgang compuso un cuarteto. Llegaron a Milán el 4 de noviembre.
El 18 de diciembre Lucio Silla, la última ópera que le fue encargada a Mozart en Italia, quedó acabada y lista para subir a escena en la ritual fecha del 26 de diciembre, día de San Esteban. La ópera no alcanzó el mismo éxito que Mitridate, Re di Ponto y Ascanio in Alba.
Gnagflow Trazom
A propósito de los intentos de Leopold de que Wolfgang quedara a cargo del archiduque Fernando y, a continuación, del archiduque Leopoldo, existe un carteo familiar cifrado. Se trata de criptogramas bastante elementales que Wolfgang usaba también como juego:
«Oidda. Gnagflow Trazom. Neiw, rojo 12 tsuguA 3771 ».
"Addio. Wolfgang Mozart, Viena, 21 de agosto de 1773 ».
En estas cartas se discutía el destino de Wolfgang y la posibilidad de abandonar el servicio del arzobispo-príncipe Hieronymus von Colloredo, llamado confidencialmente «el Mufti», y los proyectos de Leopold de mejorar su situación, acaso tomando servicio en algún otro sitio que no fuera Salzburgo.
De vuelta de Milán, después de la representación de Lucio Silla, los Mozart se vieron bloqueados en Salzburgo de 1773 a 1777 por deseo de Colloredo. Lograron ir a Viena en un momento de ausencia del soberano, en 1773, y una vez a Munich para la representación de la finta giardiniera de Wolfgang. En esta última ocasión, Colloredo no osó negar el permiso a los Mozart, porque habría ofendido indirectamente al soberano babarés Maximiliano III.
En la capital austriaca los Mozart también obtuvieron escasos resultados, estuvieron allí de julio a septiembre. María Teresa les recibió en el mes de agosto, y Leopold tuvo ocasión de escribir: «Su Majestad la Emperatriz ha sido muy amable con nosotros, y esto es todo». Wolfgang y Leopold comprendieron que más allá de los cumplidos no se podía obtener nada.
En el breve periodo pasado en Viena, Wolfgang compuso una serie de seis cuartetos para cuerda. Antes de partir para Viena había compuesto en Salzburg una serenata que le había sido encargada por la familia Andretter en ocasión de una fiesta de bodas, y la Misa de la Santísima Trinidad K. 167, interpretada en la catedral de la ciudad. Después del regreso a Salzburg, en el otoño escribió tres sinfonias (K. 200, 183, 201), el primer quinteto para cuerdas (K. 174) y el primer concierto para piano y orquesta (K. 175), además de las músicas de escena para Thamos, Re di Eggitto, que representan, en la biografía y en el arte de Mozart, un preciso punto de referencia. Estas músicas de escena estaban destinadas a ser insertadas en el homónimo drama heroico escrito por el barón Tobias Philipp von Gebler. La partitúra le fue encargada a Mozart probablemente por el mismo autor, que llegaría a ser responsable de una gran logia masónica vienesa, la Gran Alianza. Su drama constituía un homenaje a la masonería y a sus presuntos orígenes en la casa sacerdotal del antiguo Egipto. Para las músicas de escena, luego de haber sido rechazado por Gluck, Gebler se dirigió a Wolfgang, que realizó puntualmente el trabajo componiendo dos coros y cinco intermedios. A aquella época se puede remontar el acercamiento de Mozart a la masonería, acercamiento que culminaría en la afiliación concreta y en la composición de La flauta encantada.
El regreso a Salzburg no fue auspicioso, ni lo fueron los meses sucesivos. En la ciudadela dominada por el rígido Colloredo nunca ocurría nada. La primera novedad vino en el otoño, cuando llego del príncipe elector Maximiliano III el encargo de una ópera cómica, La finta giardiniera, para representar en el carnaval de 1775. A finales de 1774 Wolfgang y Leopold se trasladaron a Munich. El libreto de la ópera era de Rainieri de Calzabigi.
A comienzos del carnaval, Nannerl se reunió con su padre y su hermano en Munich, donde el 13 de enero de 1775 la ópera subió a escena. El éxito fue notable.
El príncipe elector quiso comprobar la capacidad de Wolfgang también en la música sacra y le hizo componer un motete, Misericordias Domini K. 222, que fue ejecutado en el ofertorio de una misa hacia finales de febrero en presencia del mismo Maximiliano.
Concluidos los compromisos en Munich, Wolfgang volvió el 7 de marzo de 1775 a Salzburg, donde permaneció hasta septiembre de 1777.
Mozart - Benedictus K.222
Rias Chamber Chorus Berlin Radio Symphony Orchestra; Marcus Creed Conductor
ABANDONAR SALZBURG
Poco después de que los Mozart hubieran vuelto de Munich, una noticia sacudió la tranquila existencia de Salzburgo: el archiduque Maximiliano Francisco, cuarto hijo de la emperatriz María Teresa y príncipe elector de Colonia, se detendría en Salzburgo a su regreso de París (adonde había ido a visitar a su hermana María Antonieta, consorte del rey de Francia Luis XVI) a Viena. Colloredo estaba muy vinculado a la dinastía de los Habsburgo, y quiso preparar una digna acogida al archiduque. Por consiguiente, entre otras cosas, pensó en preparar un espectáculo, encargando una serenata dramática al
Kapellmeister italiano Domenico Fischietti y una fiesta teatral al Kofkonzertmeister Wolfgang Amadeus Mozart, al que se asignó un viejo libreto de Metastasio, de 1751, titulado Il Re pastore, ya utilizado por numerosos músicos. El 22 de abril de 1775 subió a escena el trabajo de Fischietti; al día siguiente el de Mozart, que fue apreciado por el archiduque.
Mozart / Il re pastore, K. 208 (Harnoncourt)
En el siguiente septiembre el arzobispo Colloredo cerró el teatro, y los salzburgueses se vieron así privados de los espectáculos musicales que amaban particularmente. Es posible imaginar la desilusión de Mozart, el cual sólo podía esperar ocasiones válidas para desarrollar sus dotes y su carrera del teatro musical. A aquel periodo se remonta el origen de aquella intolerancia recíproca entre el joven músico y su soberano, que concluyó con la definitiva ruptura de relaciones en 1777.
Por otra parte, Colloredo ya había advertido anteriormente a Wolfgang que no había nada que esperar, en Salzburgo, fuera del servicio de la capilla musical. Por lo cual, después del regreso de Munich y el éxito de La finta giardiniera, no existían motivos para solicitar y obtener posteriores permisos para viajes. En 1776 a Mozart no le quedo más que componer música que respondiera a las exigencias de la buena sociedad ciudadana. A este tipo de trabajos pertenecen las composiciones para la familia Lodron, entre las que se cuenta el Concierto en Fa mayor para tres pianos K.242. y la Serenata en Re mayor K. 250, llamada «Haffner» por el nombre de la familia de ricos comerciantes para la que fue compuesta en ocasión de una fiesta de bodas. Además, sobre todo en la segunda parte del año, Mozart escribió también composiciones sacras, también de uso corriente en la vida ciudadana. Su condición, de todos modos, no era de las mejores, y el 4 de septiembre de 1776 envió al Padre Martini, en Bolonia, el motete que había compuesto para el príncipe elector Maximiliano III de Baviera, acompañándolo con una carta.
WAMozart. Concierto para piano n.º 7 para tres pianos, K. 242. - D. Matsuev, A. Malofeev, V. Kutuzova.
Mozart, Serenata "Haffner", k 250 - Mozarteum Orchestra Salzburgo - Hubert Soudant
El Padre Martini debía sentir una gran simpatía por Mozart, además de una gran estima por su talento. En 1770, en la época en que le había hecho admitir en la Academia boloñesa, había también redactado una especie de certificado en el que, asegurando haber oído al «caballero Mozart» tocar el violín y el piano, le juzgaba muy versado en todo tipo de música; como confirmación de esto, afirmaba haberle dado varias veces un tema, que éste había desarrollado de manera «magistral».
Para un muchacho de catorce años se trataba de un testimonio importante. Pero a los veinte años, encerrado en Salzburgo y sin esperanzas de poder salir de allí, Mozart buscaba del Padre Martini otro tipo de certificación: la de un auténtico músico. Y, por segunda vez, el Padre Martini no dudó en contentarle. El 18 de diciembre de 1776 respondió con una breve carta, en la cual alababa las cualidades del motete y notaba que, desde 1770, su capacidad para la composición se había desarrollado notablemente. Por último, concluía el músico, era preciso que Mozart continuara ejercitándose infatigablemente, puesto que la música, por su naturaleza, exige estudio y ejercicio profundizados y constantes.
En la carta al Padre Martini, Mozart se dirige con respeto al maestro italiano y manifiesta su vocación de buscar el consenso de personas ancianas y doctas reconociendo su autoridad; sin embargo, la referencia a la necesidad de «iluminarnos» el uno al otro y a «hacer siempre avanzar las ciencias y las bellas artes» revela que el joven músico había asimilado algunos principios de la cultura iluminista gracias a los contactos tenidos en Viena con los masones Mesmer y Gebler.
Un año decisivo
El año 1777 fue decisivo: se produjo el choque entre Wolfgang y el arzobispo Colloredo. La actividad de Mozart proseguía de modo similar al año anterior. Componía música de circunstancias, en la cual figuran también obras maestras: por ejemplo, el Concierto en Mi bemol mayor K. 271, para piano y orquesta, compuesto para una concertista de mérito, mademoiselle Jeunehomme (o Jenomy); el Divertimento en Si bemol mayor, K. 287, para la familia Lodron; la escena dramática Ah! Lo previdi, escrita para la joven cantante Josepha Duschek, mujer de un pianista y compositor checoslovaco, Franz Duschek (1731-1799), del cual Mozart fue huésped, diez años después, en Praga, durante la composición de Don Giovanni.
Mitsuko Uchida - W.A. Mozart Piano Concerto No.9 in E flat Major K. 271 "Jeunehomme"
Mozart Divertimento in B-flat major, K.287 Vienna Chamber Ensemble
Evidentemente, pese a todos los esfuerzos realizados por Leopold, las perspectivas para Wolfgang en Salzburgo eran muy oscuras, ya que Hieronymus von Colloredo, cuyos gustos y caprichos se convertían en ley para toda la ciudad, no veía con buenos ojos a la familia Mozart.
El 1 de agosto de 1777 Wolfgang envió al arzobispo-príncipe la siguiente nota: «No quisiera importunar a Vuestra Grandeza con la descripción particularizada de la triste situación en que nos encontramos. Mi padre ya se la ha hecho conocer a Vuestra Grandeza Serenísima en una súplica enviada el 14 de marzo de este año, escrita con todo honor y toda conciencia, y con una gran sinceridad. Dado que no ha surgido, por parte de Vuestra Grandeza Serenísima, la decisión favorable que tanto habíamos esperado, mi padre ha suplicado humildemente a Vuestra Grandeza Serenísima, en el mes de julio, que nos autorizara a realizar un viaje de algunos meses para ayudarnos un poco a salir de algunos apuros; pero plació a Vuestra Grandeza Serenísima ordenar que la orquesta estuviera preparada, al completo, para el próximo paso de Su Majestad el Emperador. Más tarde, mi padre ha solicitado humildísimamente el permiso, pero Vuestra Grandeza se lo ha negado y se ha dignado responder que, en todo caso, yo (encontrándome a medio servicio) podría partir solo. Nuestra situación necesitaba urgentemente un remedio, y por esto mi padre decidía hacerme partir solo, pero, también a esto Vuestra Grandeza se ha dignado oponer algunas objeciones. [...] Permítame Vuestra Grandeza Serenísima solicitarle licencia, con todo respeto, porque estoy obligado a aprovechar los próximos meses otoñales para no quedar expuesto al mal tiempo durante los meses fríos que vendrán enseguida. No tome a mal Vuestra Grandeza mi humilde ruego, dado que Usted se ha dignado a declararme hace tres años, cuando solicité permiso para trasladarme a Viena, que no tenía nada que esperar junto a Usted y que haría mejor buscando fortuna en otra parte. Agradezco humildemente a Vuestra Grandeza por todos los favores que he recibido, y en la esperanza de poder servirle con más éxito que hoy, en mi madurez».
Veintiocho días después Hieronymus von Colloredo respondió con un decreto de licenciamiento para ambos Mozart: «Que el padre y el hijo reciban, según enseña el Evangelio, el permiso para ir a buscar fortuna en otra parte», sonó la irónica respuesta. Leopold logró a duras penas salvar el puesto, mientras que Wolfgang, partió en dirección a París, en compañía de su madre en la mañana del 23 de septiembre de 1777. Sólo en las grandes capitales europeas Mozart encontraría el éxito que su padre anhelaba para él.
El viaje hacia París: Munich
La partida produjo una fuerte emoción entre los miembros de la familia. No se conocen las reacciones de Ana María Mozart, que se encontraba repentinamente empujada fuera de casa hacia un destino lejano. En cuanto a Leopold, la desilusión por tener que permanecer en casa y obedecer las órdenes de Colloredo se transformo en una verdadera crisis de histerismo. En el momento de la despedida se olvidó de impartir la ritual bendición a Wolfgang; solo se acordó de ello más tarde, y corrió a la ventana, desde donde bendijo a sus personas queridas, que probablemente ya habían cruzado las puertas de la ciudad. Entretanto, Nannerl, contagiada por el histerismo paterno y dolorida por la separación de la madre, acusó terribles dolores de cabeza y vomitó; finalmente, Leopold consiguió llevarla a la cama y hacerla dormir. También Leopold recuperó la calma y, luego de haber rezado y hecho sus lecturas, logró dormir. A la noche, padre e hija, un poco más tranquilos, jugaron una breve partida de cartas.
Wolfgang, en cambio, se sentía feliz de haber partido, de haber dejado Salzburg y el servicio del arzobispo-príncipe, sobre todo teniendo en cuenta que la primera etapa importante del viaje debía ser Munich, donde había obtenido los más recientes y firmes éxitos con La finta giardiniera. Además, en aquella ciudad Wolfgang contaba con protectores y admiradores más que poderosos (como, por ejemplo, el conde Seeau y el arzobispo de Chiemsee), además de numerosos amigos, como el flautista Beecke (que no debe confundirse con el pianista homónimo con el que Mozart había competido precisamente en Munich años antes), el posadero Albert y el tenor italiano Consoli. Sin embargo, las esperanzas del joven Mozart se vieron enseguida frustradas: fue recibido en el palacio de Nymphenburg por Maximiliano III, pero el soberano bávaro parecía afectado por una repentina amnesia y casi no reconocía, después de dos años, al brillante músico tan aplaudido por La finta giardiniera. Según una carta de Wolfgang escrita el mismo día de la audiencia, el 30 de septiembre, el joven se vio obligado a recordar los propios méritos al aparentemente desmemoriado soberano que, ante todo, le preguntó si su padre seguía aún en Salzburg; luego le aseguró que no había puesto para él en la capilla musical. Parecía claro que Maximiliano III estaba perfectamente informado sobre las pésimas relaciones de Wolfgang con Colloredo, y sobre el hecho de que hasta Leopold se había arriesgado a ser licenciado. No correspondía, por tanto, buscar en Munich, ciudad tan próxima a Salzburg, una protección que habría sonado como una ofensa al arzobispo-príncipe.
A pesar de la fuerte desilusión, la estancia en Munich permitió a Wolfgang realizar algunas interesantes y positivas experiencias. En efecto, tuvo ocasión de acercarse al «singspiel», y se entusiasmo tanto con él que pensó en componer trabajos teatrales de este tipo (dos obras maestras mozartianas, El rapto del serrallo y La flauta mágica, pertenecen precisamente a este género teatral). Con cierto espanto, Leopold vio llegar cartas de Wolfgang en las que éste se declaraba embelesado por el singspiel, y hasta tenía la intención de organizar un teatro dedicado sólo a este género de espectáculo. Además, como si no bastara, Wolfgang fue a visitar varias veces en el hospital a un músico checo enfermo y sin medios económicos, Josef Mysliveček (1737-1781). Leopold se apresuró a reconvenir a su hijo, tan poco atento al decoro y a las cosas útiles. Después de otros intentos de hacer fortuna en Munich, el 11 de octubre Wolfgang y Ana María decidieron partir hacia Augsburg, la ciudad natal de Leopold. Allí vivía aún un hermano suyo, el maestro encuadernador Franz Aloys, que, no obstante, no estuvo en condiciones de alojar al sobrino y a la cuñada.
Wolfgang encontró muy agradable a su primita María Ana Thekla. Una vez, Wolfgang se puso a cantar un canon con esta primita para contentar a un abad; pero, en voz baja, en vez de cantar las palabras prescritas, cantaba palabrotas, para gran diversión de la muchacha.
Particularmente importante fue el encuentro con Johann Andreas Stein, ya conocido en 1763, a quien Leopold había comprado un instrumento que había acompañado a los Mozart durante la larga tournée que duró hasta finales de 1766. Wolfgang se presentó con el seudónimo de Trazom (anagrama del apellido), pero, en cuanto comenzó a tocar, Stein le reconoció. Enseguida trabaron relaciones amistosas, y Stein hizo escuchar a Mozart a su hija María Ana, llamada Nanette, que a la edad de siete años era ya una discreta pianista.
La estancia en Augsburg no fue larga: llegado allí el 11 de octubre, Wolfgang volvió a partir, junto a su madre, el 26; el 22 había dado un concierto, alcanzando el máximo éxito que el espíritu rústico de los ciudadanos de Augsburg podía concederle. Un pequeño detalle resulta inexplicable: es probable que en el concierto haya estado presente el barón Grimm, que, no obstante, no se presentó a Mozart. Sin embargo, él había empeñado toda su autoridad de intelectual y político, unos diez años antes, para revelar al mundo por medio de entusiastas artículos que Wolfgang era un genio.
Mamnheim
A principios de noviembre, siempre seguidos por las cartas de Leopold plenas de exhortaciones y de consejos, Wolfgang y su madre se trasladaron a Mamnheim. Su objetivo aún era París, pero, como en el gran viaje realizado en 1763-1766, cada ciudad importante podía constituir una fuente de trabajo. Gracias a la obra del príncipe del Palatinado, Carlos Teodoro, Mamnheim era un centro musical y artístico de relieve. A la muerte de Maximiliano III, sucedida el 30 de diciembre de 1777, Carlos Teodoro se hizo proclamar príncipe elector de Baviera. El acontecimiento tuvo su importancia también para Wolfgang, como se vera.
Mamnheim, gracias a los vastos intereses culturales del soberano, tuvo un gran relieve en aquel retazo de siglo. En general, se recuerda su célebre orquesta, que es preciso subrayar que alojó el renacimiento de aquel espíritu nacional que comenzó a diluir el influjo francés en la vida y la cultura del área germánica, especialmente en la meridional. Por lo que se refiere a Mozart, por ejemplo, no dejó de ser relevante el hecho de que en Mamnheim fuera fundada en 1775 la Sociedad palatina alemana para la defensa de la lengua y de la literatura nacional, y que hubiera sido inaugurado precisamente en 1777, poco antes de la llegada de Mozart, el Teatro Nacional alemán: de este modo se realizaban las aspiraciones de aquellos intelectuales como Johann Gottfried Herder (1744-1803), Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781) y Christoph Martin Wieland (1733-1813), que representarían la cima del espíritu y de la literatura alemanes en la época que va del fin del Settecento al principio del Ottocento.
Mozart fue acogido calurosamente por los músicos de Mamnheim, que enseguida se dieron cuenta de su excepcional capacidad. El joven pronto se hizo conocer en el ambiente musical con sus composiciones y, sobre todo, con sus conciertos para instrumento solista. El problema que, no obstante, quedó sin resolver fue el de que fuera aceptado en la capilla musical del príncipe elector. Los músicos de la capilla ─Christian Cannabich (1731-1798), Ignaz Holzbauer (1711-1783), Johann Baptist Wendling (1723-1797) y su hermano Franz Anton (cuya hija augusta había sido la amante del soberano)─ se esforzaron por lograrlo de todas las maneras, pero el 10 de diciembre, después de un mes de espera, la admisión fue rechazada. Es fácil imaginar el estado de ánimo de Leopold, obligado a constatar el fracaso del viaje de su hijo. De todos modos, Wolfgang propuso al padre la siguiente solución: gracias a las lecciones, a la hospitalidad y a la solidaridad de los amigos músicos de Mamnheim, él y su madre podrían quedarse en la ciudad durante el invierno a la espera de retomar el viaje hacia París, quizás en compañia de Johann Baptist Wendling, que era un célebre flautista y un excelente compositor, ademas de «un hombre de acrisolada probidad» (esto lo añadía Ana María Mozart en una posdata a una carta de Wolfgang). Leopold consintió, pero los planes no salieron como estaba previsto a causa del brusco cambio de las condiciones políticas.
Aloysia Weber
Hacía tiempo que Wolfgang y su madre debían dar por terminada la estancia en Mannheim. La causa de la prolongación de su estancia era la previsible en un joven de veintiún años: se había enamorado de una muchacha que, además de belleza, poseía una hermosa voz. Esta joven, que Mozart no olvidaría jamás, era Aloysia Weber, hermana de la que más tarde se convertiría en su esposa.
Aloysia Weber en traje de escena
Grabado de Johann Esaias Nilson
El padre de Aloysia, Fridolin Weber, era copista de música en el teatro de Mannheim. Parece que de su mujer, Cecilie Stamn, tuvo cinco hijos. Los primeros contactos entre Wolfgang y Fridolin Weber fueron por motivos de trabajo. El enamoramiento de Wolfgang databa de un viaje que realizó con Aloysia entre finales de enero y primeros de febrero de 1778.
El 4 de febrero de 1778, Wolfgang, envió una larga carta a su padre en la que le manifestaba su interés por cambiar todos los planes que se habían hecho para su viaje a París. Leopold, como era natural, se opuso con todas sus fuerzas y Wolfgang acabó por obedecerle. El 14 de marzo, entristecido por su separación de los Weber, emprendía el viaje a París en compañía de su madre.
PARÍS: LA MUERTE DE SU MADRE
Tan pronto como llego a París, Mozart se dirigió a ver a Grimm, el intelectual que le había apoyado incondicionalmente en 1763; la segunda visita fue para Wendling y para los amigos de Mannheim, que le habían precedido en la capital francesa. A través de estos últimos se puso en contacto con el organizador de conciertos más importantes de París, Jean le Gros, de quien dependían los conocidos Concerts spirituels. Por encargo de Le Gros, Wolfgang terminó la Sinfonía concertante en Mi bemol mayor K297b, y compuso la Sinfonía en Re mayor K297. También para Le Gros escribió la terminación de un Miserere de Holzbauer, otro músico de Mannheim. Nació igualmente el proyecto de una ópera francesa titulada Alexandre et Roxane. Finalmente, para el duque de Guines y para su hija, a la que daba lecciones de composición con escaso resultado, Mozart compuso el Concierto en Do mayor K299 para flauta, arpa y orquesta.
Sinfonía concertante para vientos y orquesta en Mi bemol mayor K297b Sinfonía nº31 en Re mayor K297 "París" Concierto en Do mayor K299 para flauta, arpa y orquesta
En París, Wolfgang consolido sus vinculos con la masoneria.
Vista del palacio de las Tullerías, en cuyo interior se solían representar los Concerts Spirituels. Estaba situado en el centro de París y formaba, junto con el Louvre, un único complejo arquitectónico.
Con todo, la situación de París era bastante crítica y hasta la propia Ana María Mozart se dio cuenta del fracaso. En definitiva, la estancia en la capital francesa se agotó con alguna que otra interpretación en los Concerts spirituels, con la partitura casi clandestina para un ballet de Noverre, Les petits riens, y con alguna visita inutil a los salones aristocráticos.
"Les petits riens" «Las pequeñas nadas» es un ballet en un acto y tres cuadros de Jean-Georges Noverre, con música de Wolfgang Amadeus Mozart. El ballet se compone de una obertura y una serie de 20 bailes. Algunos de estos números nunca se registraron debido a una autenticidad dudosa.
Sin embargo, el hecho más doloroso y dramático para Wolfgang fue la muerte de su madre, probablemente a consecuencia de una fiebre tifoidea. A mediados de junio de 1778 empezaron los primeros trastornos, que enseguida fueron en aumento. A los pocos días, Ana María se ponía en cama, pero se negaba a dejarse visitar por los médicos franceses. Al principio Wolfgang no se preocupó, pero, apenas se dio cuenta de la gravedad de la enfermedad, corrió a pedir ayuda a Grimm y a la amiga de éste, Madame d'Épinay. Aunque Grimm envió a su propio médico, éste ya no pudo hacer nada. Ana María expiró el 3 de julio, a las diez de la noche. A las pocas horas de la muerte de su madre, Wolfgang escribió una carta a Leopold en la que únicamente le ponía en antecedentes de la gravedad extrema de la enfermedad que padecía Ana María. Finalmente, el 9 de julio, él mismo escribía la verdad a su padre.
El joven Mozart se encontró en una curiosa situación: por vez primera estaba libre de la tutela familiar y experimentaba la sensación de ser dueño de sí mismo y de su propia vida. Sus pensamientos volvieron a Aloysia Weber, con la cual no había cortado la correspondencia ni siquiera en los días más difíciles.
A Leopold no se le escapaba la situación y, pasado el primer momento de desesperación, pensó principalmente en guiar a Wolfgang a través de Grimm. Este, sin embargo, le hecho un jarro de agua fría en relación con las posibilidades de su hijo en París a través de una carta preñada de cinismo: «Es excesivamente cándido, poco activo, demasiado fácil de engañar, muy poco atento a los medios que pueden conducir al éxito [...]. Me gustaría que mi posición me permitiera ayudarle».
Grimm centraba en sus precarias condiciones económicas la imposibilidad de ayudar a Wolfgang, pero, en realidad, su situación financiera era excelente, entre otras cosas porque estaba bajo el amparo de Madame d'Épinay, dama riquísima que precisamente en aquel periodo daba albergue al propio Wolfgang. Lo que ocurría era que Grimm quería liberarse de Mozart, el joven no solo se había negado a hacerle de secretario, sino que tampoco lo apoyaba en la querelle entre los partidarios de Piccinni y los de Gluck. Grimm pertenecía al grupo de los primeros, mientras que para Wolfgang las obras de Gluck tenían mucho más interés que las de Piccinni. Para Grimm, esta actitud equivalía a insubordinación, por lo que el 24 de septiembre de 1778 consiguió liberarse de Wolfgang pagándole incluso el viaje a Estrasburgo (a condición de que Leopold enviase a recogerlo en esa ciudad y lo trasladase a Salzburgo.
Wolfgang intentó resistirse a los esfuerzos conjuntos de Leopold y de Grimm, puesto que empezaba a tener algún éxito en los Concerts spirituels, estaba publicando una serie de sonatas para violín y para piano y, después de un montón de años, había vuelto a ver a Johann Christian Bach, que acababa de llegar a París para componer una ópera. Pero toda resistencia fue en vano y, una vez más, se vio obligado a obedecer a su padre, con mayor motivo porque Colloredo estaba dispuesto a readmitirlo como organista de corte en el puesto de Adlgasser, que había muerto en 1777. Aunque el argumento más convincente era que Colloredo tenía el deseo de escuchar a Aloysia Weber y que la muchacha, cuando fuera a Salzburgo, podía vivir en casa de los Mozart.
Mozart sale de viaje para Salzburg
Wolfgang salió de París a finales de septiembre de 1778 y llegó a Salzburgo a mediados de enero de 1779. Habían surgido profundas desavenencias entre Mozart y su padre: Wolfgang buscaba la libertad (y soñaba con encontrarla en su carrera de compositor teatral junto con Aloysia Weber como primadonna), mientras que Leopold, que consideraba a su hijo incapaz de afrontar la vida, no quería renunciar a su autoridad y seguía dominándolo.
Grimm se había hecho cargo de los gastos del viaje hasta Estrasburgo, pero en una de aquellas diligencias de ínfimo orden que hacían el viaje sin cambiar caballos y que, en consecuencia, eran lentísimas. En Nancy, pues, Mozart alquiló una carroza con un comerciante alemán y se dirigió a Estrasburgo.
Wolfgang permaneció varios días en la ciudad alsaciana, desde el 10 de octubre al 3 de noviembre. Entretanto, Wolfgang había sabido que Aloysia había sido contratada en Munich para actuar en el teatro mandado edificar por el príncipe elector Carlos Teodoro. Estaba firmemente decidido a casarse con la muchacha, pese a que disminuian las esperanzas de encontrarla en Salzburgo al servicio de Colloredo. Esto hizo que se entretuviera en aquellas ciudades donde podía destacar como autor de óperas: Mannheim y Munich. La segunda etapa importante del viaje hacia Salzburgo fue, en efecto, Mannheim.
Tal vez la estancia de Wolfgang en Mannheim formaba parte de un plan concebido por los masones. Sin embargo, en lo tocante a la música, el desplazamiento de las actividades musicales a Munich frustó los proyectos masónicos, y Wolfgang, que probablemente todavía no estaba afiliado a la masonería pese a estar muy próximo a sus ideales, no consiguió encontrar un puesto adecuado.
Al enterarse de las intenciones de su hijo de encontrar un destino en Mannheim, el 19 de noviembre Leopold le escribió una durísima carta exhortandole a ponerse en camino: «[...] Espero que, después de que tu madre murió en París por causa de un desacierto, no querrás cargar sobre tu conciencia la muerte de tu padre [...]».
La ruptura era completa: Wolfgang se veía obligado a volver a Salzburgo, a aceptar el puesto junto a Colloredo y, lo que era más, el yugo paterno, que era un duro yugo, no cabía la menor duda. Leopold le pidió cuentas en relación con un anillo y un reloj que faltaban de los efectos de su madre llegados a Salzburgo, y Wolfgang tuvo que explicar que había dado el anillo a la enfermera, en pago de sus servicios, y que había empeñado el reloj por causa de imperiosas necesidades. Su hermana Nannerl, después de la muerte de su madre, no había vuelto a escribir una sola línea a Wolfgang. Era evidente que Leopold tenía a su hijo por un incapaz, pese a que Wolfgang había adquirido conciencia de su situación y consideraba que su padre no era menos tirano que lo que pudiera serlo Colloredo. Por este motivo antes de regresar a Salzburgo, se concedió un último desvío de su ruta: fue a Munich, donde se encontraba Aloysia.
Pero precisamente allí le esperaba la más terrible desilusión: Aloysia, en el curso de unos pocos meses, había experimentado un fuerte cambio y había dejado de ser la muchacha dotada de una esplendida voz, enamorada de su joven y prodigioso compositor, para convertirse en una primadonna que no quería saber nada de un músico de segunda clase, no afirmado todavía y destinado a un modesto puesto en Salzburgo.
Entretanto el joven había escrito a su primita María Ana Thekla, de Ausburgo, invitándola a Munich. María Ana se presentó puntualmente en Munich, ciudad a la que llegó Wolfgang el día de Navidad de 1778. Al fallarle el amor de Aloysia, vio que se desplomaba todo sueño de afirmación musical y, en consecuencia, volvió a caer bajo el influjo de su padre, a quien pidió un último favor, concedido a regañadientes: que la primita le acompañase de Munich a Salzburgo y se hospedase en casa de los Mozart. Antes de emprender el viaje, fue recibido por la princesa, a la que le regaló las sonatas para piano impresas en París. En cuanto a Aloysia le hizo el presente de un aria, Pueblos de Tesalia, iniciada poco tiempo antes.
Wolfgang y su prima tomaron, en enero, la carroza con destino a Salzburgo.
El gran éxito de Munich
Así que llegó a Salzburgo, Wolfgang se sintió obligado a dirigir una súplica personal al odiado arzobispo para obtener el puesto de organista que su padre, con penas y trabajos, le había buscado. Con un estipendio de 450 florines anuales, el puesto, era una verdadera miseria. Por otra parte, su actividad como compositor era muy escasa.
En 1779 y 1780, los dos años que Wolfgang se vio obligado a pasar en Salzburgo, compuso la Sinfonía K.318 y la K.319, la Serenata en re mayor K.334 para cuarteto de arcos y dos trompas y, finalmente, junto a unas pocas cosas más, la Sinfonía concertante K.364 para violín y viola.
Salzburgo presentaba breves pero intensas temporadas teatrales de una compañía itinerante dirigida por Böhm, hombre entregado a la causa del teatro alemán. Los Mozart asistieron a todos los espectáculos de Böhm. De la amistad con Böhm nació el proyecto de reponer La finta giardiniera, con la cual Mozart había obtenido un éxito tan grande en 1775 en Munich. El objetivo era transformar la ópera bufa italiana en un Singspiel alemán. La traducción fue confiada a Schachtner, músico y viejo amigo de la familia Mozart. La finta giardiniera, vestida con ropas alemanas, conoció un gran éxito.
Después de la compañía de Böhm, llegó a Salzburgo la de Emanuel Schikaneder (1751-1812), el futuro libretista de La flauta encantada, entre septiembre y noviembre de 1780 Wolfgang pudo asistir a algunos espectáculos de Schikaneder, con quien hizo una gran amistad.
Mozart al piano en compañía de la famosa cantante Caterina Cavalieri
Finalmente, en octubre de 1780, se presentó la gran ocasión: el nuevo príncipe elector de Baviera, Carlos Teodoro, encargó a Wolfgang una ópera seria para el carnaval de 1781 en Munich. Era el máximo honor que se había concedido a Mozart.
El escenógrafo de la ópera, Lorenzo Quaglio, los cantantes y la orquesta fueros escogidos en Munich. Lo ópera procedía de una tragedia francesa del siglo XVIII y tenía como título el de Idomeneo, Re di Creta; el libreto fue redactado por el abad Varesco, capellán de la corte. A Wolfgang no le fue fácil obtener del arzobispo Colloredo el permiso necesario para ir a Munich a montar la ópera. Lo máximo que pudo conseguir de él fue una autorización de seis semanas, que no permitiría al compositor asistir al estreno. Sin embargo, las intenciones de Colloredo no llegaron a buen puerto, como se verá más adelante, por motivos totalmente casuales. Al final, incluso Leopold y Nannerl tuvieron ocasión de pasar algunos días en la ciudad de Munich.
El 5 de noviembre partió Wolfgang, que se puso a escribir las arias para los cantantes. Al tiempo de hallarse en pleno trabajo, Wolfgang se escribía con su padre a través de un intenso carteo. En ese momento sobrevino el luto nacional ocasionado por la muerte de la emperatriz María Teresa, ocurrida el 29 de noviembre de 1780. Pese a ello, el carnaval de Munich se celebró como de costumbre y, en consecuencia, también la representación de Idomeneo, entretanto, el arzobispo de Salzburgo se vio obligado a ir a Viena para testimoniar su pésame y, al mismo tiempo, para felicitar al nuevo emperador José II. La ausencia de Colloredo ofreció la oportunidad de unas vacaciones a su capilla musical, lo que permitió a Leopold trasladarse, junto con Nannerl, y asistir al estreno de Idomeneo. Las circunstancias fueron muy afortunadas y sirvieron para mitigar el disgusto de Wolfgang, quien con el permiso de seis semanas a punto de expirar, había escrito: «¡De buena gana habría arrojado a la papelera aquel permiso! Aseguro por mi honor que no es Salzburg, sino únicamente su soberano y esa aristocracia arrogante los que me resultan de día en día más intolerables. Me encantaría de veras recibir una carta en la que se me dijese que ya no tienen necesidad de mí [...]. Gracias a la protección que aquí disfruto, estoy seguro tanto del presente como del futuro». En efecto, el príncipe Carlos Teodoro asistió a algunos de los ensayos del Idomeneo y se congratuló con estas palabras: «Nadie diría que en una cabeza tan pequeña se esconde algo tan grande».
Al mismo tiempo que las felicitaciones anticipadas del soberano, empezaron a circular los comentarios positivos de los músicos y de los apasionados y, en poco tiempo, las buenas noticias se propagaron por las ciudades vecinas y llegaron hasta Salzburgo, donde Leopold sentenció: «Finis coronat opus» (el fin corona la obra). En resumen, se estaba perfilando el éxito de Wolfgang en el género de la ópera seria italiana después de aquellos otros, ya lejanos, cosechados en Milán con Mitridate en la temporada 1770-1771, y Lucio Silla, en la de 1772-1773. Efectivamente, como era de esperar, el estreno del 29 de enero de 1781 obtuvo un gran éxito. Se trataba de un momento particularmente importante para Mozart. Las obras representadas en Milán habían consagrado a un niño prodigio, pero Idomeneo era la afirmación de un compositor maduro.
En el plano creativo siguieron el Cuarteto en fa mayor K.370 para oboe y cuerdas y la Serenata en si bemol mayor K.361.
El último clavicémbalo usado por Mozart. Sobre la pared, puede observarse un retrato realizado por Lange.
La ruptura con Colloredo y el adiós a Salzburg
Desde Viena, el arzobispo Colloredo convocó a Mozart, ordenándole que se presentara cuanto antes a la corte. El 16 de marzo de 1781 Mozart estaba en Viena, llegado directamente desde Munich. Fue recibido con extrema frialdad y se albergó en palacio. Su puesto estaba en la mesa de los cocineros. La orden que recibió fue la de que no participaría en la vida musical de Viena, salvo en las ocasiones relacionadas con la corte de Salzburgo.
Mozart estaba furioso. Surgió un primer conflicto con Colloredo cuando una benemérita sociedad de socorros mutuos para viudas y huérfanos de músicos pidió la participación de Mozart en un concierto que iban a dar. Esta sociedad reunía a músicos prestigiosos y estaba protegida por el emperador. Colloredo no pudo negarse y Mozart tuvo ganada la partida, gracias entre otras cosas al apoyo del ambiente vienés.
El concierto fue memorable. La reacción de Colloredo no se hizo esperar y a Mozart le llegó la orden de partir al cabo de unos pocos días. Wolfgang estaba seguro de poder obtener fácilmente en Viena los cuatrocientos cincuenta florines que eran la compensación establecida por sus servicios junto al arzobispo. Su enemigo más peligroso era su padre, que lucharía con todas sus fuerzas para impedirle que dejara el cargo que tenía en Salzburgo.
Mozart no obedeció la orden de Colloredo. Se trasladó a casa de Cecilie Weber, que alquilaba las habitaciones que tenía sobrantes. Ésta vivía en una casa con sus tres hijas. La otra hija, Aloysia, tan amada por Mozart, había hecho fortuna en Viena casándose con el actor Joseph Lange, a quien obligo a mantener a su madre y a sus hermanas, puesto que entretanto había muerto el padre, Fridolin Weber. El 9 de mayo Wolfgang obedeció la orden de presentarse ante el arzobispo. Después de una acalorada discusión, Colloredo hecho a Mozart a la calle, y éste quedó en presentar su dimisión al día siguiente.
Después de aquella escena, Mozart se sintió enfermo y estuvo dos días con fiebre. Sin Embargo, la cuestión no había quedado cerrada. Como es sabido, en aquella época, el contrato de un músico con la persona que le daba trabajo preveía que fuera aceptada su dimisión, ya que en caso contrario el músico no podía considerarse libre y corría el riesgo de acabar en la cárcel. Wolfgang, al día siguiente, entregó al conde Arco, gran maestro de cocina, su dimisión y la suma anticipada para el viaje de regreso. Fueron rechazadas ambas cosas. El conde Arco trató de arreglar pacíficamente la cuestión, pero Wolfgang se mostró irreductible. En los primeros días de junio, Mozart pidió que se entregara su dimisión directamente en manos del arzobispo. Discutió con el conde Arco y éste, para cortar por lo sano sus peticiones, lo puso en la puerta de un puntapié en el trasero. A partir de aquel momento, Wolfgang no tuvo nada que hacer con la corte de Salzburgo ni con la ciudad, se quedó en la situación irregular de no ser despedido, hizo que le enviaran sus cosas y permaneció en Viena. Ante su padre y ante todo el mundo sostuvo que no podía aceptar un tratamiento que lesionaba su honor, el único bien que poseía en el mundo.
Mozart, independiente, en Viena
Los primeros meses de independencia que pasó en Viena fueron muy agradables para Wolfgang. Para sobrevivir le bastaba con dar clases.
Entre las relaciones más preciosas de Wolfgang en Viena se contó la del barón Gottfried von Swieten. Bibliotecario y bibliófilo, Swieten amaba profundamente la música de Bach y Händel y se había empeñado en difundirla en Viena; con este objetivo daba conciertos en su casa todos los domingos. Fue así como Mozart conoció a Bach y Händel. Además Swieten pertenecía a aquel círculo de masones (al que el mismo emperador estaba afiliado) comprometidos en proyectos políticos, sociales y artísticos progresistas.
Junto con Swieten, Wolfgang conoció al también masón Joseph von Sonnenfels, profesor de la universidad vienesa y gran protector de la música.
Este círculo de amistades, que acabaron por inducir a Mozart a afiliarse a la masonería en 1784, se debió en gran parte a la condesa Guillermina Thun, su protectora, y contribuyó a alejarlo de los viejos amigos Mesmer. En este marco debe también colocarse la adhesión de Mozart a la iniciativa de una sociedad de conciertos, llamada Conciertos de los aficionados, que se parecía mucho a los Concerts spirituels parisinos dirigidos por el masón Le Gros y a la institución análoga que se había fundado en Mannheim, cuando Mozart se había detenido allí durante el viaje de regreso de París a Salzburgo.
A Wolfgang no le agradaba dar clases, y se había propuesto el objetivo de ser un compositor, y además libre de cualquier ligamen de servicio, Mozart no tenía precedentes y arriesgaba mucho, en una sociedad en la que era casi inconcebible un músico sin patrón (sólo en una sociedad avanzada como la londinense se había afirmado la figura del músico como profesional libre).
Por otra parte, sin embargo, Wolfgang era conocido y apreciado, estimado por el mismo emperador. El 24 de diciembre de 1781 (apenas seis meses después de su traslado a Viena), tocó en la corte y se confrontó con «otro pianista, un italiano que se llama Clementi». Sobre la célebre confrontación existen los testimonios de los dos protagonistas, con el reconocimiento de la superioridad de Mozart por parte de Muzio Clementi, que, no obstante, era el más experto y virtuoso pianista de la época.
Si la confrontación con Clementi fue totalmente amistosa, no fue igual la producida con Antonio Salieri, llamado a Viena en 1766 por el maestro de la capilla imperial, Gassmann, y desde 1774 compositor de la Cámara imperial. Una leyenda inverosímil, pero que ha disfrutado de una cierta fortuna, cuenta que Salieri ha envenenado a Mozart. Como todas las leyendas, encuentra un fundamento en la rivalidad que separó a los dos músicos.
La producción musical de Mozart, en estos primeros meses de libertad en Viena, no fue abundante: deben recordarse la gran Serenata en mi bemol mayor, K.375, la Sonata en re mayor, K.448, para dos pianos, compuesta para una alumna suya llamada Aurnhammer, y una serie nueva de sonatas para piano y violín.
La producción musical de Mozart, en estos primeros meses de libertad en Viena, no fue abundante: deben recordarse la gran Serenata en mi bemol mayor, K.375, la Sonata en re mayor, K.448, para dos pianos, compuesta para una alumna suya llamada Aurnhammer, y una serie nueva de sonatas para piano y violín.
Serenata n.º 11 para instrumentos de viento en mi bemol mayor, K. 375 Sonata para dos pianos en re mayor K.448
El rapto en el serrallo con libreto en alemán de Gottlieb Stephanie se estrenó en el Burgtheater de Viena el 16 de julio de 1782, con una acogida poco calurosa, aunque al poco tiempo, fue muy reconocida. En la ópera ha quedado escrita la célebre frase que el emperador le dirigió a Mozart: «Demasiadas notas, querido Mozart»; igualmente célebre es la respuesta «Señor, ni una más de lo necesario». Pero toda Alemania quedó subyugada por la primera auténtica obra maestra teatral mozartiana.
El rapto en el serrallo. El desarrollo de la acción, ambientada en el interior del serrallo del pachá Selim, se basa en los intentos de Belmonte y del siervo Pedrillo, dos cristianos caídos prisioneros de los turcos, de huir junto a sus amadas, Costanza y Blonde, respectivamente. Para oponerse a sus tentativas está el torvo Osmin, que, al sorprender a los cuatro en su fuga, resolvería de una vez por todas el caso si no interviniera el soberano. Éste, habiendo reconocido en Belmonte al hijo de su feroz pero leal adversario, da efectivamente una prueba de magnanimidad «iluminada» concediendo la libertad a los fugitivos. Osmin, el guardián del serrallo, es el único derrotado en esta trama de ejemplar final feliz, en el que el papel del soberano es sólo recitado, como también son recitados los diálogos de toda la ópera.
El 4 de agosto de 1782, poco más de dos meses después del estreno del Rapto, Wolfgang se casó, sin el consentimiento inicial de su padre, en la catedral vienesa de San Esteban con la hermana menor de Aloysia Weber, Costanza.
En la primer imagen un grabado de 1785 que representa a los esposos Lange. Aloysia Weber, el primer gran amor de Mozart, se caso en 1780 con el actor Joseph Lange. A continuación un retrato de 1783 de Costanza Weber, esposa de Mozart. La boda tuvo lugar el día 4 de agosto de 1782. En una carta a su padre, Wolfgang hace de ella la siguiente descripción: «No es fea, pero tampoco precisamente bella. Su belleza consiste en dos pequeños ojos negros y en una bella figura». Por último, Nannerl, quien compartía la oposición de Leopold al matrimonio de Wolfgang con Costanza.
Alegrías, éxitos y melancolías
Ese mismo año de 1782 Mozart compuso nuevamente para la familia Haffner de Salzburgo, a la que en 1776 ya le había escrito una serenata, en esta ocasión fue la Sinfonía n.º 35 en re mayor, K. 385, a la que el apellido de dicha familia le da el sobrenombre. Siguió en el verano la Serenata para instrumentos de viento en do menor, K. 388. En diciembre, el compositor creó el primero de los cuartetos dedicados a Haydn, el n.º 14 en sol mayor ("de la primavera"), KV 387, la misa incompleta comenzada para celebrar la curación de Costanza de una leve enfermedad y, por último, tres conciertos para piano: K. 413, K,414 y K. 415. Con los conciertos de piano, se abrió para Mozart un medio de sustentación, más satisfactorio y también más rentable que las clases. Se trataba de las llamadas «academias», o sea, conciertos por suscripción. En 1783, Mozart obtuvo brillantísimos resultados, puesto que logro un alto número de suscriptores, finalmente, se encontró en posesión de mil florines, una suma que probablemente no había visto nunca toda junta. Las academias podían ser emprendidas por un solo músico o por varios músicos asociados. Mozart practicó ambas modalidades y, a menudo, junto a Aloysia Weber y su marido Joseph Lange. No se podría jurar que entre Aloysia y Wolfgang no haya ocurrido algún estremecimiento de su antiguo amor. Son de este periodo los cuatro conciertos de trompa compuestos para el instrumentista salzburgués Ignaz Leitgeb. Éste personaje aventurero había pedido dinero prestado al padre de Wolfgang para instalar un negocio de quesos, al fracasar, tuvo que volver a su profesión de trompista para devolver rápidamente el préstamo a Leopold. Leitgeb, además, sufrió vejaciones por parte del compositor, «Wolfgang Amadé Mozart ha tenido piedad de Leitgeb, asno, buey y memo, Viena, 27 de mayo de 1783»: con esta dedicatoria puesta en el frontispicio de uno de los cuatro conciertos, Leitgeb ha pasado a la historia de las "despreocupaciones" mozartianas.
En los otros aspectos de la vida de Mozart y de Costanza, las novedades fueron el nacimiento de un hijo, el 17 de junio de 1783, y varios proyectos para trabajos teatrales.
El nacimiento del hijo trajo algunos problemas. En primer lugar, fue llamado Raimund, mientras que Wolfgang había prometido a su padre que lo llamaría Leopold; el nombre había sido elegido por la baronesa Wetzlar y Mozart no se había atrevido a contradecirla. Se apresuró, sin embargo, a tranquilizar al padre diciéndole que el nombre del niño sería en realidad Raimund Leopold y luego sólo Leopold.
Con el nacimiento, se imponía un viaje de reconciliación de los Mozart a Salzburgo; en la práctica, se trataba de presentar a Costanza a Leopold y a Nannerl. Por lo tanto, habiendo dejado al niño en Viena, en el verano de 1783, Wolfgang y Costanza fueron a Salzburgo, no sin antes confirmar que Colloredo no tenía facultades para aprisionar a Wolfgang.
La estancia en Salzburgo no fue alegre: Costanza no debió gustar ni a Leopold ni a Nannerl (las cuñadas vivieron en Salzburgo, después de la muerte de Wolgang, pero no parece que se hayan tratado nunca). Wolfgang, hipersensible como era, estaba en vilo. Su único consuelo fue volver a ver a un amigo: Michael Haydn. A éste, Colloredo le había ordenado que entregara una serie de seis duetos para violín y viola, y Haydn, enfermo, no estaba en condiciones de cumplir los plazos. Puesto que Colloredo no quería oír razones, Wolfgang escribió los dos últimos duetos, que naturalmente figuraron como escritos por Haydn. Estos dos duetos están hoy en el catálogo mozartiano en los números K. 423 y K. 424 (la letra K que distingue las obras de Mozart es la inicial de Ludwig Alois Friedrich von Köchel, a quien se debe el primer ordenamiento del catálogo de las composiciones mozartianas).
Durante la estancia salzburguesa, tan poco atractiva, llegó la noticia desde Viena de que el 19 de agosto había muerto el hijo de Wolfgang y Costanza. Fue un durísimo golpe para los dos jóvenes esposos. Wolfgang dijo adiós a Salzburgo y a su hermana Nannerl, a la que no volvería a ver y que algún tiempo después, se casaría con un pequeño aristócrata, más viejo que ella y viudo con cinco hijos. El 4 de noviembre Wolfgang preparó una nueva composicón, la Sinfonía en do mayor, K. 425, llamada «de Linz».
Los años del éxito en Viena
A finales de noviembre de 1783 Mozart estaba nuevamente en Viena de vuelta de Salzburgo. El año 1784 y el siguiente 1785 fueron los más afortunados de la vida de Mozart, sobre todo, conquistó una gran fama como pianista y compuso alguno de sus más extraordinarios conciertos para piano. Algunas composiciones de este periodo son los Conciertos para piano y orquesta, K. 449, K. 450, K. 451, K. 453, K. 456, K459, el Quinteto en mi bemol mayor para piano e instrumentos de viento, K. 452, la Sonata en si bemol mayor para violín y piano, K. 454, la Sonata en do menor para piano, K. 457.
A propósito de sus amistades profesionales, parece que las relaciones con la Storace no eran pura y simplemente amistosas; ni parece que lo fueran las que tenía con Therese von Trattner, mujer de un conocido editor y librero vienés, en cuya casa los Mozart vivieron durante un tiempo. La Trattner fue una de las grandes protectoras de Wolfgang en su lanzamiento como pianista. Si entre los dos hubo realmente algún sentimiento más tierno, no es posible saberlo; de todos modos, a finales de 1784 los Mozart cambiaron de casa.
Para Wolfgang, 1784 fue también un año notable en otros aspectos. Por ejemplo, estrecho amistad con Giovanni Paisiello, la estima entre los dos compositores era recíproca.
El 21 de septiembre de 1784 nació el segundo hijo de Wolfgang y Costanza. Fue en casa de los Trattner, y lo bautizaron con el nombre de Karl Thomas; vivió hasta 1858.
Entre finales de 1784 y comienzos de 1785, Wolfgang completó los cuartetos dedicados a Haydn y, el 14 de diciembre ingresó en la logia masónica de la Beneficencia. Mozart fue un apóstol ferviente de la masonería, y particularmente del ala progresista, llamada de los «Iluminados»: hizo afiliar a Joseph Haydn, y hasta a su padre, Leopold, que había llegado a Viena a principios de 1785. El 13 de marzo se estrenó en el Burgtheater la cantata masónica David penitente que le había sido encargada por la Sociedad de músicos de Viena. El 20 de abril Wolfgang dirigió la cantata La alegría del masón Kv 471 en un banquete ofrecido por la logia de la Esperanza Coronada, la más importante de Viena.
Leopold se quedó muy contento de cómo vivía el hijo, y sobre todo lo que dispusiera de dos mil florines en el banco y de que pudiera permitirse un alquiler de cuatrocientos sesenta florines. El 25 de abril Leopold volvió a tomar el camino de Salzburgo; su hijo lo acompaño por algunos kilómetros fuera de Viena, luego regresó a la ciudad. Con este adios Leopold salía de la vida de Wolfgang: en efecto, moriría al año siguiente sin que los dos volvieran a verse.
Mozart tuvo sentimientos filiales hacia Haydn, Ampliamente correspondidos por el maestro más anciano. Cuando éste, años después, se trasladó por una temporada a Inglaterra, el adiós de Mozart (que moriría poco después), fue conmovedor.
La composición de Las bodas de Fígaro comenzó en el verano de 1785 y prosiguió hasta la primavera de 1786. Entretanto, para las habituales academias, Mozart había compuesto también dos nuevos conciertos para piano, el K. 488 y el K.491; pero las academias, a pesar de la extraordinaria belleza de estos conciertos, no eran ya tan seguidas como los años precedentes. Mozart, en resumen, se estaba alejando de los gustos del público, y la pérdida de las notables ganancias que había obtenido anteriormente (además del ritmo incontrolado de gastos) le puso en seguida en dificultades; comenzaron en aquel momento las continuas solicitudes de préstamos que atormentaron los últimos años del compositor.
Las bodas de Fígaro subió a escena el 1 de mayo de 1786 en el Burgtheater de Viena y fue acogida calurosamente. Pero la acogida de la primera noche no implicó la continuidad de la obra, que fue repuesta escasamente durante el año.
En el verano de 1786, pasando como siempre en Viena en compañía de buenos amigos, nació otra obra maestra de cámara: el Trío en mi bemol mayor, K. 498, llamado también el «Trío de los bolos» por la pasión de Mozart por este juego. El año concluyó con otras dos obras maestras instrumentales: el Concierto de do mayor, K. 503, para piano y orquesta y la Sinfonía en re mayor, K. 504, llamada «Praga».
Viaje a Praga
El año 1786 se vio marcado por un evento luctuoso: el tercer hijo de Wolfgang y Costanza, Johann Thomas Leopold, murió pocos meses después del nacimiento. Antes de este triste episodio, los Mozart habían pensado realizar un viaje a Inglaterra. Sin embargo, el proyecto se esfumó por la clara negativa de Leopold a cuidar de los dos nietecitos.
A finales de año Wolfgang recibió la invitación de viajar a Praga, donde Las bodas de Fígaro habían sido puestas en escena por la compañía italiana dirigida por Bondini. El 9 de enero de 1797 partió junto con Costanza y con el futuro cuñado, Franz Hofer. En Praga, donde llegó el día 11, encontró viejos amigos, como el conde Thun y los esposos Franz y Josepha Duschek, y, sobre todo, el eco del gran éxito tributado a Las bodas de Fígaro.
En Praga volvieron también los éxitos de las academias. Mozart hacía ejecutar algunas composiciones propias instrumentales y luego se ponía a improvisar. A menudo se le pedía que improvisara sobre temas de Las bodas de Fígaro, y él complacía al público, que aplaudía estruendosamente. Gracias a esta intensa actividad, las finanzas de los Mozart se ordenaron. Entretanto se sucedían las representaciones de la ópera, que el 20 de enero fue repetida bajo la dirección del mismo Wolfgang. Dados estos resultados, la compañía de Bondini, que se había salvado de la quiebra gracias a Las bodas de Fígaro, encargó una nueva ópera a Mozart, dejándole la elección del libreto. Con estas felices perspectivas, Wolfgang y Costanza volvieron para Viena, seguros de que dentro de pocos meses regresarían a la feliz capital bohemia. La cita era para el otoño. Pero en la tardía primavera y en el verano nuevos lutos golpearon a Wolfgang.
La desaparición del conde Hatzfeld, su amigo y coetáneo, le apenó profundamente. Entretanto le llegó la noticia del grave empeoramiento de saluz de su padre, a quien, el 4 de abril de 1787, dirigió una carta. Wolfgang escribió a Leopold palabras consoladoras y, a propósito de la muerte, afirmó: «No me acuesto, por la noche, sin pensar que quizá mañana ya no estaré». El 28 de mayo de 1787 Leopold murió repentinamente sin haber vuelto a ver a Wolfgang; la herencia fue dividida entre los dos hijos, que a partir de entonces perdieron todo contacto. Por último, murió también el médico de Mozart, Siegmund von Barisani, uno de los poquísimos salzburgueses, quizás el único, que le había seguido teniendo sincero afecto. Entre todas estas muertes se anunció el nacimiento de una cuarta criatura, que, no obstante, vivió solo pocos meses.
En fin, en aquel año, Mozart tuvo probablemente como alumno a Beethoven, de diecisiete años. Aunque el dato no está suficientemente contrastado.
Poco antes de elegir el nuevo argumento para la ópera de Praga, Mozart escribió dos composiciones de cámara, los quintetos K. 515 y K. 516. Esta vez fue Lorenzo Da Ponte quien propuso el argumento: Don Giovanni. En realidad, cuando Mozart, Costanza y Da Ponte se encaminaron hacia Praga, en septiembre de 1787, quedaban muchas cosas por hacer, tanto en el libreto como en la música del Don Giovanni. Mozart se encontró componiendo la obertura de la ópera en la víspera de la representación. Mientras componía, Costanza debía prepararle el "punch" y contarle cosas. La mujer le divirtió muchísimo con sus relatos, pero el ponche le produjo modorra. Así que se tendió a dormir una hora y le dijo a Costanza que le despertara para acabar el trabajo. Pero se durmió tan profundamente que la mujer le dejó descansar hasta las cinco de la mañana, sin embargo, cuando llegó el copista, a las siete, encontró la obertura lista y la orquesta hizo todo lo que pudo para leerla y para ejecutarla a la perfección. Don Giovanni subió a escena más tarde, exactamente el 29 de octubre de 1787. Fue bien acogida por el público, pero sin el delirio suscitado por Las bodas de Fígaro.
De todos modos, la compañía dirigida por Bondini y el empresario Guardasoni quedaron satisfechos desde el punto de vista financiero; Mozart, a su vez, recaudó algo para sus siempre exangües finanzas, y partió de Praga dejando un aria, Bella mia fiamma K. 528, dedicada a Josepha Duschek, que les había dado alojamilento a Costanza y a él.
En Viena, Wolfgang encontró una sorpresa: a la muerte de Gluck, acaecida el 15 de noviembre, el emperador le confirió el cargo de «compositor de la imperial real cámara». Sin embargo, en vez del estipendio de dos mil florines que percibía Gluck, le fueron concedidos ochocientos. Y en cuanto al Don Giovanni, el emperador formuló algunas críticas cuando la ópera fue representada en Viena.
La fortuna abandona a Wolfgang
En el verano de 1788 nacieron, entre las numerosas composiciones camerísticas, las últimas tres grandes sinfonías: la Sinfonía nº39 en Mi bemol mayor, K. 543, la Sinfonía nº40 en Sol menor, K. 550, y la Sinfonía nº41 en Do mayor, K. 551, llamada «Júpiter». En aquel periodo nació también el Quinteto en La mayor, K. 581, con clarinete.
Al fin de sanear su maltrecha economía, Mozart viajó a Alemania con el príncipe Lichnowsky, su discípulo, en abril de 1789. Después de estar en Praga y Dresde, sin mucha suerte, el 20 de abril llegó a Leipzig. Después de una breve estancia en Berlín, los dos viajeros prosiguieron hacia la sede de la corte prusiana de Federico Guillermo II: Potsdam. El soberano no prometió nada y no concedió nada, salvo la habitual compensación por un concierto brillantemente ejecutado. En este punto, Lichnowsky decidió regresar, y Mozart, que viajaba como huésped del aristócrata, le siguió. Volvieron a pasar por Dresde y luego por Leipzig, donde se separaron brusca y duramente. El músico debió devolver al príncipe, que también se había quedado sin dinero, cien florines, y se quedó solo en Leipzig. En graves dificultades financieras, Wolfgang fue asistido por el Cantor de la Escuela de Santo Tomas, Johann Friedrich Doles.
En vez de ir hacia Viena, el 19 de mayo Mozart hizo una visita a Berlín para asistir a la reposición de El rapto en el serrallo. Se dice que, durante su estancia, Mozart se enamoró de la joven cantante Henriette Baranius, convirtiendose también en su amante.
Wolfgang partió de Berlín, pasó por Praga y, el 4 de junio, llegó a Viena. Pero en casa no le esperaban novedades reconfortantes: Costanza estaba gravemente enferma, las finanzas se habían agotado y también los créditos que algunos «hermanos» le habían concedido hasta aquel momento.
Costanza debió ir a Baden para la convalecencia, al regreso dio a luz una niña, Ana, que sobrevivió solo una hora: era la cuarta muerte, de cinco hijos, que golpeaba a Mozart. Sin embargo, en aquel triste periodo hubo un pequeño golpe de fortuna: visto el éxito de las reposiciones de Las bodas de Fígaro, Jose II encargó a Mozart otra ópera: Così fan tutte. El libreto fue confiado a Da Ponte. Così fan tutte es le última de las obras maestras italianas de Mozart, fue representada el 26 de enero de 1790 con un discreto éxito.
Los últimos dos años
El 20 de febrero de 1790 murió Jose II y, con el sucesor, su hermano Leopoldo II, cambiaron el estilo de gobierno, la mentalidad, las costumbres. Ante todo, Leopoldo II alejó a los funcionarios relacionados con el teatro y la música de la corte; se retiró también un sagaz cortesano como Salieri, para no hablar de Da Ponte, que vio cesar bruscamente la confianza que había tenido con el anterior emperador. Mozart no resultó afectado, y esto le alentó a enviar una súplica al soberano para ser tomado como segundo Kapellmeister en la corte. Estaba obligado, entre tanto, a vivir de préstamos, que no le eran casi nunca negados por el «hermano» Puchberg, pues se trataba casi siempre de pequeñas sumas. En estas condiciones Costanza volvió a Baden para curarse, y estas ausencias molestaban a Mozart: en primer lugar, odiaba la soledad, y en segundo término, no confiaba en el carácter frívolo de Costanza y temía que su mujer cometiera alguna ligereza. Los pedidos a Puchberg y las cartas de amonestación a Costanza constituyeron una constante en los últimos dos años.
en aquel periodo Wolfgang compuso dos cuartetos para cuerdas, K. 589 y K. 590, destinados al rey de Prusia. Pero el emperador continuaba ignorándole deliberadamente. El gesto más clamoroso fue el de no invitarle a la fiesta de coronación que tendría lugar el 9 de octubre de 1790, en Frankfurt-am-Main. La única explicación de este tácito ostracismo residiría en que el músico pertenecía a la masoneria.
A pesar de su exclusión de los festejos de la coronación, Wolfgang no se desalentó y decidió ir a Frankfurt por su propia cuenta. para pagar los gastos empeño muebles y cubiertos; parece que en aquel periodo Mozart ni siquiera tenía ya casa en Viena (Costanza se alojó en casa del hijo de su hermana Josepha). Mozart llegó a Frankfurt el 28 de septiembre, y el 15 de octubre obtuvo la autorización del municipio para poder presentar una academia en la que propuso un programa vastísimo, que duró desde las once de la mañana hasta las dos de la tarde. De Frankfurt, donde no consiguió grandes éxitos, Mozart se dirigió a Mainz y allí trabó relación con un editor, Johann André. Dio un concierto en Mainz en presencia del arzobispo-príncipe (con una compensación muy miserable), y luego Wolfgang fue a Mannheim, donde asistió al estreno local de Las bodas de Fígaro.
Después se dirigió a Munich, y en la capital bávara encontró a los viejos amigos que habían formado parte de la célebre orquesta de Mannheim y que se habían trasladado a Munich siguiendo al príncipe elector Carlos Teodoro.
Después de haber dado un concierto en honor del rey de Nápoles, de visita en Munich, Wolfgang volvió a Viena pasando por Linz. En Viena, a donde llegó en noviembre, compuso el Quinteto en Re mayor, K. 593, para cuerdas y algunas piezas para órgano mecánico.
Nadie necesitaba de él, ni como compositor ni como profesor, ni como concertista. Por consiguiente decidió cumplir con el único deber de su cargo en la corte y se dedicó a las músicas para danza, que están entre las composiciones más fascinantes de su producción. Finalmente le llegó una invitación de la Ópera Italiana de Londres, pero tuvo que renunciar a ella, porque no tenía suficiente dinero para el viaje.
En los primeros meses del año 1791, el último que viviría Mozart, nacieron otras composiciones, por ejemplo, el Concierto en Si bemol mayor K. 595 para piano y orquesta. Parece que el proyecto para La flauta mágica nació en la primavera de este año.
En julio La flauta mágica estaba acabada, y subiría a escena el 30 de septiembre. Sin embargo, la última ópera de Mozart fue La clemenza di Tito que, a pesar de que fue representada antes que La flauta encantada (6 de septiembre), fue terminada por el autor el día anterior al estreno. Entre tanto, Costanza había vuelto de las curas de Baden, siempre perseguida por las cartas de reconvención de Mozart y a veces por sus imprevistas visitas. Aquel verano llevó a término su sexto embarazo y el 26 de julio dio a luz a Franz Xaver Wolfgang. Éste fue músico y compositor, firmando sin vacilar sus piezas con el nombre de su padre; desapareció en 1844, en Karlsbad.
Las últimas composiciones mozartianas fueron -además de La flauta mágica y La clemenza di Tito, precedidas por el Ave verum corpus que se incluye entre las músicas sacras más inspiradas- el Concierto en La mayor, K. 622, para clarinete y orquesta, compuesto en septiembre de 1791, y el incompleto Réquiem que le había sido encargado por un misterioso personaje, de quien se supo después que era un aristócrata deseoso de mantener el incógnito con la probable intención de hacer pasar por propia la composición de Mozart.
Mozart compuso el Requiem en un estado de debilitamiento, obsesionado por oscuros presentimientos. La muerte le sorprendió en Viena el 5 de diciembre de 1791. No había conseguido acabar el Requiem, y la partitura fue terminada, en secreto, por su discípulo Süssmayr.
Solo dos de los seis hijos nacidos de los Mozart en los nueve años de matrimonio sobrevivieron al padre, Franz Xaver Wolfgang y Karl Thomas.
El funeral de Mozart fue muy modesto, y el féretro fue acompañado por pocos amigos. Nadie estuvo presente en el entierro y ni siquiera se puso una cruz sobre su tumba, por lo cual a continuación fue imposible encontrar el lugar en que reposaban sus restos.
Costanza demostró no tener conciencia de la grandeza de su marido. Mantuvo en secreto el hecho de que Süssmayr había completado la partitura del Requiem, para poder cobrar la suma pactada con el peticionario, el conde Walsegg; pidió y obtuvo del emperador una pequeña pensión y, como en otro tiempo su madre Caecilia, alquiló habitaciones en su casa. De este modo, tiempo después, conoció a un diplomático danés, Georg Nikolaus von Nissen, que la desposó y la llevó a Copenhague. En 1820, von Nissen quiso satisfacer el mayor deseo de su vida: establecerse en Salzburg y documentarse para escribir la biografía del gran músico con cuya viuda se había casado. Así se hizo, y Costanza le siguió a Salzburg, donde aún vivía, amargada y enferma, Nannerl. Las dos mujeres, que nunca se habían querido y que se ignoraron hasta la muerte, pudieron asistir al reconocimiento que el mundo tributó a Wolfgang Amadeus. En efecto, Nannerl, que en 1820 quedó completamente ciega, vivió hasta 1829; Costanza, que acogió en su propia casa a sus hermanas Aloysia y Sophie, falleció en 1842 y fue sepultada junto a Leopold Mozart.
Grabado del siglo XIX que representa a Mozart dirigiendo el Requiem en sus últimos días de vida. En los dos meses posteriores a la muerte de Mozart, la partitura del Requiem fue completada en seccreto por su discípulo Franz Saver Süsmayr.
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